+ +
“Los cuentos son para los niños una parábola de la vida”
(Doctor Eduard Estivill)
“Cuento, en general, es la narración de lo sucedido o de lo que se supone sucedido”, nos dice Juan Valera, lo cual admite dos posibilidades aplicables: cuento sería la narración de algo acontecido o imaginado; la narración expuesta oralmente o por escrito, en verso en prosa.
En épocas primitivas, cuando todavía no se conocía la escritura, los hombres transmitían sus observaciones, impresiones o recuerdos, por día oral, cuento era entonces lo que se narraba. No siempre lo contado era lo verdadero, a la par de lo que contaban “fabulaban”, es decir, al hablar dejaban libertad a su imaginación.
Esto fue totalmente intencional, ya que en el origen de los relatos existe un ansia de explicación del mundo; sólo más tarde se elaboraron conscientemente y premeditadamente para agradar o para educar.
En esta monografía se trabaja específicamente el cuento dentro de la literatura infantil, y su gran poder en la transmisión de valores.
Al decir “cuento infantil”, no pueden dejarse de lado las tres condiciones fundamentales que debe reunir éste: adecuación a la edad; manejo de la lengua y propiedad del argumento.
Específicamente en los cuentos de hadas, cada palabra, cada imagen, cada situación, tiene un doble y hasta un triple sentido: profano, sagrado e inicial. El primero es que habitualmente nosotros damos en cada cuento, mientras los otros dos “se nos escapan”.
Pero, ¿A qué nos referimos cuando decimos “valores? Es necesario partir de definiciones claras y sencillas de los términos. ¿Qué es moral? Sistema de valores. Los valores básicos son el bien y el mal. Pero estos conceptos no suponen por su mera enunciación un contenido determinado: podemos, según quién seamos, en qué época vivamos o a qué sociedad pertenezcamos, decir que es buena una cosa o su contraria. De allí la complejidad de los temas morales.
No existen hechos morales. Cada vez que se valora algo se está expresando una valoración determinada por una perspectiva. No hay valores en sí, hay propuestas de valor, que pueden ser objeto de acuerdos importantes y abarcativos, pero que no por eso dejan de ser apreciaciones que dependen de puntos de vista.
Esta posición no implica quitarle sentido a los valores, por el contrario, implica ligarlos con la experiencia de vida a la que pertenecen, y más que dar lugar a una posición escéptica es una convocatoria a la acción de valorar, de decir qué se quiere y por qué se lo quiere.
El tema de los valores es indispensable, pero el objetivo de su tratamiento no es el de ofrecer un contenido sino una búsqueda. Paradójicamente, de la libertad de esa búsqueda cabe esperar como resultado el reconocimiento de los valores que suelen identificarse como deseables.
A continuación se los invita a leer el siguiente trabajo que permite comprender lo dicho anteriormente…
Generalmente, como adultos, estamos acostumbrados a comunicarnos entre nosotros mediante explicaciones conceptuales. Un código de comunicación que compartimos y que permite comprendernos correctamente entre nosotros. Lo utilizamos cuando nos comunicamos entre adultos y, por extensión, lo utilizamos también con los niños. Lo que sucede es que la mente infantil incorpora escasamente este código.
A los niños les cuesta comprender totalmente el significado de los conceptos, y aunque en ocasiones pueden llegar a entenderlos, difícilmente los recuerdan por mucho tiempo. Las explicaciones conceptuales son poco significativas en sus mentes infantiles.
Pero comunicarnos con los niños no es difícil, exige solamente un cambio de código. Hemos de abandonar las explicaciones conceptuales y cambiarlas por la narración simbólica, es decir, las historias, los cuentos, las metáforas, las vivencias, o cualquier otro recurso narrativo.
Se le puede explicara un niño varias veces la necesidad de comer verduras, y probablemente no le interesará o no llegará a comprenderlo realmente. Pero una buena historia, con un héroe alimentado de verduras (con el claro ejemplo de Popeye y sus espinacas), le transmitirá perfectamente la idea, y no lo olvidará fácilmente.
Los niños se encuentran inmersos en pleno proceso de desarrollo de su personalidad. Es un momento crucial para que entiendan el significado de determinados valores y para que den sentido a sus comportamientos. Es una etapa en la que necesitan información y quieren comprender el significado de muchas cosas que ocurren a su alrededor.
La mente de los niños es especialmente sensible a la fantasía. Y lo que es más importante, son perfectamente capaces de conectar la fantasía con su vida real aprendiendo de las historias.
Las historias comunican mucho más que las simples explicaciones. En primer lugar, porque el niño las visualiza, las imagina, las vive. Las hace suyas, atesorándolas y fijándolas en la memoria.
En segundo lugar, porque conectan con sus experiencias y con todo lo que ocurre a su alrededor. El niño le da significado a la historia estableciendo precisos paralelismos con su vida. Las historias conectan con vivencias y realidades que son únicas e individuales de cada niño que las recibe.
Y en tercer lugar, porque las historias mueven emociones, cosa que difícilmente hace una mera explicación. Mover sentimientos es una clave esencial para fijar el recuerdo. No sólo en los niños, también en los adultos, las cosas que sólo se entienden, se olvidan. Las que además se sienten, se recuerdan para siempre.
La comprensión del sentido de la vida no se adquiere repentinamente a una determinada edad, ni cuando uno llega a la madurez cronológica, sino que por el contrario, esta comprensión de la vida es resultado final de un largo proceso de desarrollo. Se necesitan numerosas experiencias durante el crecimiento para alcanzar el este sentido.
El niño, mientras se desarrolla, debe aprender, paso a paso, a comprenderse mejor; así se hace más capaz de comprender a los otros y de relacionarse con ellos de un modo mutuamente satisfactorio y lleno de significado.
Para poder alcanzar un sentido más profundo, hay que se capaz de trascender los límites de la existencia centrada en uno mismo, y darse cuenta que uno puede hacer una importante contribución a la vida; si no es en el presente, si en el futuro.
En este importante trabajo de educar a los niños de manera que la vida tenga sentido para ellos, no hay nada más importante que el impacto que causan los padres y aquellos que cuidan del niño; el segundo lugar en importancia lo ocupa nuestra herencia cultural si se transmite al niño de manera correcta. Cuando los niños son pequeños la literatura es la que mejor aporta esta información.
Los primeros relatos a partir de los que el niño aprende a leer, en la escuela, están diseñados para enseñar las reglas necesarias, sin tener en cuenta para nada el significado.
El volumen abrumador del resto de la llamada “literatura infantil” intenta entretener o informar. La mayoría de estos libros es tan superficial, en sustancia, que se puede obtener muy poco sentido a partir de ellos. La adquisición de reglas, incluyendo la habilidad en la lectura, pierde su valor cuando lo que se ha aprendido a leer no añade nada importante a la vida de uno.
Todos tenemos tendencia a calcular el valor futuro de una actividad en base a lo que ésta nos ofrece en este momento. Esto es especialmente cierto en el niño que, mucho más que el adulto, vive el presente y, aunque sienta ansiedad respecto al futuro, tiene sólo una vaga noción de lo que éste puede exigir o de lo que puede ser.
La idea de que el aprender a leer puede facilitar, más tarde, el enriquecimiento de la propia vida, se experimenta como una promesa vacía si las historias que el niño escucha o lee en este preciso momento, son superficiales.
Para que una historia enriquezca la vida del niño, debe estar relacionada con todos los aspectos de su personalidad al mismo tiempo; y esto dando total importancia a los conflictos del niño, sin disminuirlos en lo absoluto, y estimulando, simultáneamente, su confianza en sí mismo y en su futuro.
En toda la literatura infantil, con raras excepciones, no hay nada que enriquezca y satisfaga tanto, al niño y adulto, como los cuentos tradicionales de hadas.
Estos cuentos, no enseñan poco sobre las condiciones específicas de la vida en la moderna sociedad en masas; estos relatos fueron creados mucho antes de que ésta empezara a existir. Sin embargo, de ellos se puede aprender mucho más sobre los problemas internos de los seres humanos, y sobre las soluciones correctas a las dificultades en cualquier sociedad, que a partir de otro tipo de historias al alcance de la comprensión del niño.
El niño necesita ideas de cómo poner en orden su mundo interior, y sobre esta base, poder establecer un orden en su vida en general. Necesita una educación moral que le transmita, sutilmente, las ventajas de una conducta moral, no a través de conceptos éticos abstractos, sino mediante lo que parece tangiblemente correcto y, por ello, lleno de significado para el niño. Él, encuentra este tipo de significado a través de los cuentos de hadas.
A través de los siglos, al ser repetidos una y otra vez, los cuentos se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos. Los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo.
Los cuentos de hadas suelen plantear, de modo breve y conciso, un problema existencial, esto permite al niño atacar los problemas en su forma esencial. Simplifica cualquier situación, los personajes están muy bien definidos y los detalles, excepto los más importantes, quedan suprimidos. Todas las figuras son típicas en vez de ser únicas.
Tanto el bien como el mal toman cuerpo y vida en determinados personajes y en sus acciones, del mismo modo que están también siempre presentes en la vida real, y cuyas tendencias se manifiestan en cada persona. Esta dualidad plantea un problema moral y exige una dura batalla para lograr resolverlo.
Por otra parte, “el malo” no carece de atractivos, en la mayoría de los cuentos, el usurpador consigue, durante algún tiempo, arrebatar el puesto que, legítimamente corresponde al héroe. Sin embargo, el hecho de que el malvado sea castigado al terminar el cuento no es lo que hace que estas historias proporcionen una experiencia en la educación moral, aunque no deja de ser un aspecto importante de aquélla.
El hecho de que al final venza la virtud tampoco es lo que provoca la moralidad, sino que el héroe es mucho más atractivo para el niño, que se identifica con él en todas sus batallas. Debido a esta identificación, el niño imagina que sufre, junto con el héroe, sus pruebas, triunfando con él ya que la virtud permanece victoriosa. El niño realiza tales identificaciones por sí solo, y las luchas internas y externas del héroe imprimen en él la huella de la moralidad.
Un importante aspecto de “El pescador y el genio”, aunque aparentemente insignificante, es que el pescador tiene que pasar por tres intentos fracasados antes de atrapar la tinaja en la que se encuentra el genio. Sería más fácil empezar la historia pescando ya la funesta botella, pero este elemento explica al niño, sin moralizar, que uno no debe esperar el éxito al primer, al segundo, ni al tercer intento. Las cosas no se consiguen tan fácilmente como uno se imagina o desearía. A una persona menos perseverante, los tres primeros intentos del pescador la hubieran hecho desistir, ya que cada esfuerzo le llevaba a obtener cosas cada vez peores.
El importante mensaje de que uno no debe detenerse, a pesar del fracaso inicial, está implícito en la mayoría de las fábulas y cuentos de hadas. El mensaje es efectivo siempre que sea transmitido, no como moraleja o exigencia, sino de un modo casual, que muestre que la vida es así.
Otro detalles, es el paralelismo que hay entre los cuatro esfuerzos del pescador, coronados finalmente por el éxito, y las cuatro etapas por las que pasa la creciente ira del genio, presentando un problema crucial: el de estar dominados por nuestras emociones o por nuestra razón.
El pescador, al no permitir que sus decepcionantes capturas le desanimaran y le impidieran continuar con sus esfuerzos, eligió el principio de la realidad, que le proporcionó el éxito final.
“Los tres cerditos” enseñan al niño, de forma agradable y dramática a la vez, que no debemos ser perezosos ni tomarnos las cosas a la ligera. Los planes y previsiones inteligentes combinados con el arduo trabajo nos harán vencer incluso a nuestro enemigo más feroz: el lobo.
Al vivir de acuerdo con el principio de placer, los dos cerditos pequeños buscan la gratificación inmediata sin pensar en absoluto en el futuro ni en los peligros que implica la realidad, aunque el mediano dé muestras de madurez al intentar construir una casa algo más sustancial que el pequeño.
De los tres tan sólo el mayor ha aprendido a comportarse según el principio de la realidad: es capaz de posponer su deseo de jugar, y actúa de acuerdo con su capacidad para prever lo que puede ocurrir en el futuro.
Esta historia yuxtapone una existencia basada en satisfacciones a otra basada en necesidades.
Puede verse como las fantasías en las que el cargador pobre se embarca para escapar de su vida llena de miserias. El “yo”, extenuado por las tareas a realizar, permite que el “ello” lo domine. El “ello” en contraste con la orientación realista del “yo”, es el punto de origen de nuestros deseos más primitivos, que pueden llevar a la satisfacción o a un enorme peligro.
El cuento nos ayuda a profundizar más en nosotros mismos, puesto que en él las dos vertientes de nuestras ambivalencias están aisladas y se proyectan por separado en dos personajes distintos. Podemos captar estas ambivalencias mucho mejor si las pulsiones instintivas del “ello” se proyectan en el aventurero intrépido y rico que sobrevive cuando los demás están destruidos, y que lleva a su casa extraños tesoros; mientras que las tendencias opuestas del “yo”, orientado hacia la realidad están expresadas por el cargador pobre y trabajador.
Se puede entender claramente, lo que la historia nos dice acerca de las funestas consecuencias del intento de enfrentarse a los problemas por medio de la regresión y la negación, que disminuyen, precisamente, la capacidad de solucionarlos.
Por otra parte, el hogar paterno “junto a un frondoso bosque” y la casa de la bruja, que se encuentra en la espesura del mismo son, a nivel inconciente, dos aspectos de la casa paterna: el gratificador y el frustrante.
La experiencia de los niños en la casa de la bruja los libró de sus fijaciones orales, y después de cruzar el lago, llegan a la otra orilla con una mayor madurez, listos para confiar en su propia inteligencia e iniciativa, que los lleva a solucionar los problemas que la vida les presente.
Mientras eran niños dependientes, habían resultado una carga para los padres, pero ahora serán su ayuda, puesto que traen los tesoros que han conquistado. Éstos representan la independencia, de pensamiento y acción, que los pequeños acaban de alcanzar, una nueva confianza en sí mismos que es lo contrario de la dependencia pasiva que los caracterizaba cuando fueron abandonados en el bosque. Antes que esperar que todo lo bueno provenga de los padres, un niño necesita ser capaz de contribuir en algo al bienestar emocional del él mismo y de su familia.
El cuento termina: “Entonces se solucionaron todos sus problemas y vivieron felices para siempre. Mi cuento se ha acabado; por ahí corre un ratón, el que lo atrape puede hacerse un gran sombrero con su piel”. En realidad nada ha cambiado al final más que las actitudes internas, o mejor dicho ha cambiado todo, porque fueron capaces de modificar sus actitudes internas.
Hansel y Gretel se demostraron a sí mismos, que mediante esfuerzos conjuntos, han sido capaces de vencer y salir victoriosos de aquella situación. La destreza, en el sentido de que es capaz de sacar algo bueno de un material pobre, es el verdadero objetivo del niño de edad escolar.
“Hansel y Gretel” es uno de los muchos cuentos en que dos hermanos colaboran para salvarse mutuamente, cosa que consiguen gracias a sus esfuerzos conjuntos.
La versión original de Perrault termina con un breve poema que plantea la moraleja que debe extraerse de la historia: que “las muchas no deben hacer caso del primero que se les acerque. Si lo hacen, no es de extrañar que el lobo las atrape y se las coma. En cuanto a los lobos podemos encontrarlos de diversas especies: entre ellos, los más amables son los más peligrosos, especialmente los que siguen a las jovencitas por la calle”.
La “Caperucita” de Perrault pierde gran parte de su atractivo porque está muy claro que el lobo no es un animal de presa sino una metáfora, y esto no deja apenas nada a la imaginación del oyente. Estas simplificaciones y una moraleja planteada directamente convierten a este posible cuento de hadas en un cuento con moraleja que revela hasta el más mínimo detalle.
Los hermanos Grimm inventaron dos versiones más de esta historia. La amenaza de ser devorado es el tema central de “Caperucita roja” al igual que en “Hansel y Gretel”, ambas historias poseen constelaciones psicológicas muy similares.
Caperucita sale voluntariamente de su hogar, no le asusta el mundo externo pero reconoce lo atractivo que puede ser este para ella. Y en esto precisamente radica el peligro. Si el mundo externo, más allá del hogar y de las tareas cotidianas, resulta demasiado seductor, puede inducir a actuar de nuevo según el principio de placer, y hacer lo que a uno le gusta en vez de lo que uno debe hacer.
Caperucita gusta en todo el mundo porque, a pesar de ser una persona virtuosa, cede también a las tentaciones; y porque su destino nos indica que el confiar en las buenas intenciones de las personas, que parece lo ideal, es arriesgarnos a caer en multitud de trampas.
Los Hermanos Grimm presentan una variación importante que contiene esencialmente, un elemento añadido a la historia original. En esta versión cuando caperucita lleva de nuevo unos pasteles a la abuela, otro lobo intenta apartarla del camino correcto. Esta vez, la niña corre hasta la abuela, se lo cuenta todo y ambas atrancan la puerta, con lo que el lobo no consigue entrar. Al final éste resbala por el tejado y cae a una balsa llena de agua donde se ahora de inmediato. Esta versión elabora lo que siente el que escucha el relato, es decir, que después de una mala experiencia, la muchacha se da cuenta de que no está madura en absoluto para enfrentarse al lobo, y que está preparada, en cambio, para establecer un efectivo vínculo de trabajo con su madre.
“Caperucita roja” externaliza los procesos internos del niño que ha llegado a la pubertad: el lobo es la externalización de la maldad que el niño experimenta cuando actúa contrariamente a las advertencias de sus padres y se permite tentar o ser tentado en el aspecto sexual.
Por otra parte, el lobo puede representar las tendencias inaceptables que hay en el interior de las personas, todos nos referimos en ocasiones “al animal que llevamos dentro”, como un símbolo para nuestra tendencia de actuar de manera violenta e irresponsable para alcanzar nuestros objetivos.
En la frase final del cuento no se dice que Caperucita no correrá nunca jamás el riesgo de toparse con el lobo o de ir sola por el bosque. Por el contrario, el final es una advertencia implícita para el niño de que la huida de toda situación problemática no es una solución. El cuento termina con estas palabras: “no volveré a desobedecer a mi madre, y no saldré del camino cuando vaya sola por el bosque”.
En esta historia puede verse a través del hecho de que Blancanieves se reprime en el momento de comer y bebe, y al resistir a no tumbarse a dormir en una cama que no es la adecuada para ella, prueba que ella ha aprendido a controlar el principio de realidad sobre el de placer.
Los enanos tienen distintas connotaciones en los diferentes cuentos en que aparecen. En Blancanieves nos encontramos con unos enanitos bondadosos y serviciales. El trabajo es la esencia de sus vidas, desconocen el ocio y la distracción.
Los siete enanitos simbolizan los siete días de la semana: días llenos de trabajo. Así pues, si Blancanieves quiere desarrollarse satisfactoriamente, deberá hacer suyo este universo de trabajo.
En la versión de Perrault, no hay demasiada diferencia entre la maldad y la virtud. En este relato, se considera que las hermanastras abusan mucho más de Cenicienta que en el de los Hermanos Grimm; sin embargo, al final, Cenicienta abraza a todos los que la habían degradado, les dice que los quiere con toda su alma y les desea lo mejor.
A nivel manifiesto, la huida de Cenicienta significa que desea ser elegida por lo que es en realidad, y no por la apariencia externa de un momento dado. A nivel profundo, las tres veces en que acude al baile simbolizan la ambivalencia de la muchacha, que quiere realizarse a sí misma y que, al mismo tiempo, teme llegar a hacerlo.
Uno de los mensajes más importantes que nos transmiten las distintas versiones de “Cenicienta” es que estamos equivocados si pensamos que debemos aferrarnos a algún objeto del mundo externo para tener éxito en la vida. Todos los esfuerzos de las hermanastras por conseguir sus objetivos mediante cosas puramente materiales resultan inútiles; de nada les sirve elegir cuidadosamente los mejores vestidos ni el engaño que pretenden llevar a cabo para que el zapato se ajuste en sus pies. Sólo aquel que es sincero consigo mismo, como lo es Cenicienta, alcanza la victoria final.
15/1/06- Diario Clarín
ENTREVISTA A NICIA GRILLO, NARRADORA BRASILEÑA DE FABULAS Y LEYENDAS POPULARES
"Los cuentos tradicionales transmiten valores que estimulan la reflexión infantil"
Con su trabajo, los chicos aprenden sobre sus propias dificultades y fortalezas. También estimula una buena lecto-comprensión y la capacidad creativa.
Alejandra Toronchik.
atoronchik@clarin.com
Nícia Grillo tiene una especialidad poco frecuente: cuenta cuentos. No es una actriz, ni una intérprete preocupada por embellecer sus narraciones. Ni elige cualquier clase de cuentos: sólo las leyendas populares transmitidas de generación en generación, los cuentos folclóricos de cualquier país, las fábulas y leyendas son, para ella, una precisa herramienta. Un trabajo para estimular en los chicos aspectos que cualquier maestro desearía en su clase: una buena lecto-comprensión, la capacidad de reflexión y expresión y la creatividad.
De paso por Buenos Aires, donde ofreció una charla junto con otros educadores, la brasilera Nícia de Queiroz Grillo contó a Clarín cómo funciona la escuela que ella misma creó en los años 80: la Escuela de Arte Granada.
Enclavada en la localidad de San Pedro, cerca de Río de Janeiro, allí se trabaja "con narraciones tradicionales, porque ellas guardan la memoria viva de cada pueblo. En ellas hay una cantidad de sabiduría acumulada a través de los siglos. Dentro de las narraciones originales circulan valores, modelos, información. Eso sí: usamos sólo las versiones tradicionales —advierte—. Porque las otras, las modernizadas, transmiten información adulterada".
Un ejemplo es el cuento de Cenicienta (que tiene más de 500 versiones alrededor del mundo), y que para Occidente termina cuando La Chica se casa con El Príncipe. "¡Muy consumista! Te enseña que si ya conseguiste un príncipe no te hace falta crecer, ni aprender, ni mejorar, ni hacer nada. ¡Pero las verdaderas historias no terminan ahí! La heroína o el héroe tienen que enfrentar muchísimas dificultades, volverse fuertes, enfrentar a personajes malos (que reflejan cosas que todos llevamos dentro). Y aprender, para recién entonces poder compartir la vida con un príncipe o una princesa verdaderos. Si no aprendió, si es ignorante o caprichoso, ¿qué puede hacerse con una pareja así?".
Para trabajar el precioso contenido de estos cuentos, Grillo fue impactada en los 70 por el concepto de educación por el arte, delineado por Herbert Read. Y que usa el texto, la música, la pintura, la expresión corporal, el teatro, los juegos, porque el ejercicio de estas disciplinas mejora la capacidad cognitiva de las personas.
"Para poder montar una obrita de teatro, para pintar o entonar, uno necesita desarrollar la observación, conocer sus cinco sentidos, usar su percepción, concentrarse, imaginar o reflexionar. Necesita ensayar, experimentar, descubrir, repetir: y esos son justamente los pasos de cualquier aprendizaje (ver Cómo trabajar con...)", explica.
Con unos 30 chicos de 3 a 7 años que pasan cada temporada por la escuela, profesores que han sido capacitados en estas técnicas y hasta adolescentes con quienes trabaja, específicamente, en la prevención de adicciones, Grillo consigue uno de sus objetivos centrales: "que los niños sientan pasión por aprender, que quieran saber siempre más".
Una manera de constatar el buen funcionamiento de esta tarea llega cuando los mismos chicos incluyen parte de los personajes o reflexiones de los cuentos en sus propios juegos.
"¡Se identifican con los personajes y hay que ver cómo discuten y opinan! —ríe Grillo—. Pero al reflexionar así sobre el cuento, aprenden a reflexionar sobre sí mismos. O adquieren ideas sobre cómo cambiar cosas en su vida: porque las historias muestran líneas de superación, solución de problemas, algunos recursos, ejemplos sobre amistad, solidaridad, saber elegir o entender el tiempo y el lugar adecuado para las cosas.
Los ejemplos son miles: "por ejemplo, los relatos bíblicos: cuando un niño tiene miedo ante algo que es muy grande, y se acuerda de David y el Gigante Goliath, sabe que una vez hubo un chico que tuvo fuerza, coraje y utilizó sus propios medios para superar las dificultades. Daniel en la Cueva de los leones, es un niño que no tuvo vergüenza de su propia opinión en una época en que estaba prohibido pensar como él. Al narrárselas, los vamos llenando de esos términos de referencia, que usarán cuando los necesiten: ¡es como tener plata en el banco!— concluye—. Y los apoyamos no para que se conviertan necesariamente en artistas, sino en personas que sepan mirar, respetar la naturaleza, reconocer la belleza, tocar a otro con habilidad, o conversar. Artistas no de una disciplina sino de su propia vida".
La experiencia en la Argentina
Mariana Fernández se formó en la Escuela de Arte Granada y en la Fundación Girasol, donde los principios de Grillo se aplican en la prevención y recuperación de adicciones. Además, enseña escuelas humildes y da talleres para docentes en el Centro de Investigación Educativa (CIE), en el partido de Esteban Echeverría. "Partimos de la hipótesis de que las historias nos dan herramientas o determinan decisiones que tomamos al crecer".
Fernández relata un ejemplo de su experiencia con un quinto grado de una escuelita en la localidad de 9 de julio, con chicos que tenían profundos problema de expresión oral y escrita.
"Trabajamos el cuento del hombre que se repetía a sí mismo que tenía mala suerte. Tan convencido, tanto lo repetía, que finalmente todo le salía mal. Y estos chicos hacían lo mismo: se repetían a sí mismos no puedo, no sé, no consigo, me da vergüenza —relata—. En el cuento se dieron cuenta de lo que hacía el personaje. No necesitamos decirles: '¿ven? Ustedes son como él'. Simplemente lo contamos, diferenciamos las acciones, personajes, lugares. Y el cuento, como entra por otra vía, ellos no reaccionan como reaccionan siempre y pueden salirse del padrón habitual". Ante el asombro de sus docentes, chicos que casi no hablaban peleaban por contar su versión, sin omitir detalle.
Según Fernández —quien también enseña en el Instituto Municipal de Educación por el Arte (IMEPA) de Avellaneda— "a través de la metáfora los chicos elaboran cosas difíciles de trabajar de manera directa".
Y relata la historia de una nena con mutismo selectivo, que pedía que le repitieran el cuento de una chica que podía transformarse en árbol. "Un joven la vio y se enamoró de ella y le pidió que se transformara en ese árbol tan bello, que él, en su ansiedad, se acercó y rompió ramas y flores que dañaron el árbol y, por lo tanto a la muchacha. El joven tuvo que hacer un viaje donde aprendió muchas cosas y consiguió una pócima para curar al árbol. Y recién entonces pudo volver con su amada. Esa niña volvió a hablar. Y lo primero que dijo es que ella se sentía parecida al árbol".
Cómo trabajar con los chicos
Algunas de las claves de su trabajo son:
"Nosotros trabajamos un mismo cuento durante semanas, o un mes entero, tomando distintos aspectos de cada historia. Los chicos los dibujan, hacen collage, teatro, le ponen música, hacemos un librito entre todos, expresión corporal, o cerámica. O lo que ellos propongan. Y luego acompañamos la reflexión: ¿Qué piensan de este personaje? ¿Por qué hizo tal cosa?
"Nos preocupa el analfabetismo funcional: esa gente que sabe leer y escribir pero que no comprende lo que lee, y arrastra eso hasta la universidad. Entonces les pedimos que digan algo sobre la palabra 'magnánimo', por ejemplo, que aparece en un cuento. Y buceamos adentro".
"Hay gente que confunde obediencia con sumisión. O tienen prejuicios sobre palabras como inocencia, familia, niño, princesa, viejos, pueblo... ¡Hay quien no le gusta la palabra aprender, porque le enseñaron que es humillante no saber! Entonces, hay que limpiar, restaurar las ideas.
Psicoanálisis de cuentos de hadas.
El cuento en la literatura infantil. Dora Pastoriza de Etchebarne. Editorial Kapelusz.
www.clarín.com.ar