Sexualidad y educación en la escuela primaria

Clara Caruso

PRIMERA PARTE

FUNDAMENTACIÓN

1. La sexualidad es el elemento básico de la personalidad, del propio ser, su forma de manifestarse y comunicarse, de sentir, de expresar y vivir el amor humano. Impregna todos los planos de la persona: el físico, psico-afectivo, espiritual y social. Esta sexualidad se desarrolla y no se construye. Dentro de este concepto, se puede hablar también de la genitalidad, que es sólo un aspecto de la sexualidad, que tiene que ver con los órganos de reproducción y las sensaciones que se producen a partir de los mismos.

Otro de los conceptos que son necesarios clarificar es el de identidad sexual. Ésta se refiere al sexo psicológico, que supone la convicción íntima y firme de pertenencia a un sexo determinado. Intervienen en su desarrollo la noción de sexo asignado y atribuido, de sexo comportamental, el sexo en vinculación con el esquema corporal, la identificación, el complemento y las evitaciones de estereotipas sexuales. En el desarrollo de la identidad sexual, que toma largos años de la vida, es fundamental el sexo identificado y la reconfirmación del sexo. Influyen también los llamados roles sexuales, y desprendidos de éstos, el sexo aprendido a través de la práctica.

En la identidad sexual juegan diversos factores. Siendo el ser humano un ser histórico, las diversas experiencias, conductas, prácticas sexuales influyen decididamente en su identidad sexual.

En cambio, el concepto de orientación sexual se desprende del de identidad sexual, al alcanzarse el sexo identificado y reconfirmado, coincidiendo con la época en la que se completa el desarrollo cerebral. Se trata de la preferencia sexual que se establece en la adolescencia (momento de mayor vulnerabilidad en el desarrollo de la identidad sexual).

Tiene una base biológica y es configurada por otros factores como la educación, la cultura y las experiencias propias. El impulso sexual es muy plástico en su origen, se va haciendo en el tiempo cada vez más específico, más delimitado, hasta llegar a identificar como objeto de deseo no simplemente a un individuo, del sexo opuesto en general, sino a determinado hombre o mujer en concreto.

Existen otros dos términos referentes a la sexualidad humana que usualmente se confunden, en lugar de diferenciarse. La relación sexuada es la relación común entre personas de diverso sexo, señalada por la estima, el respeto, la amistad y la afectividad, sin implicar el cuerpo sexuado, la genitalidad física: de hecho, el encuentro, el diálogo o el conflicto entre dos personas de diverso sexo está marcado por su identidad sexual, sus características y rasgos típico del ser varón o mujer. En cambio, la relación sexual (o genital) tiene como característica la totalidad de la persona. Se trata de una donación personal y total, recíproca, expresión de toda la persona, que genera y hacer crecer una relación única y exclusiva, irrevocable y definitiva, orientada a la integración recíproca del varón y de la mujer, especialmente desde la dimensión corporal.

2)

2.1 Limitar la sexualidad del ser humano sólo al aspecto de su genitalidad, implica un reduccionismo antropológico, ya que si consideramos a la persona como un ser bio-psico-físico y espiritual, abierto a la trascendencia, en el cual cuerpo y espíritu se hacen sustancia, considerar a la sexualidad de la persona en la perspectiva sólo corpórea estaría negando el resto de su ser, y la realidad de que vive, piensa y siente desde su sexualidad, y no separado de ella.

2.2 Podemos afirmar que la sexualidad necesita ser educada en el sentido de que forma parte de la totalidad de la persona humana, y “(…) una intervención educativa que no tenga presente la compleja realidad físico-psico-espiritual del hombre no puede dejar de ser fragmentaria y reductiva.”1 La educación de la sexualidad es fundamental para indicar y motivar al niño y adolescente el poder lograr la aceptación de su propio ser sexuado y valorar su masculinidad o feminidad, para reforzar su personalidad, su autoestima, su capacidad de auto-poseerse y de auto-dominio, y de esta forma poder obtener en sí la atención hacia los valores de la procreación, de la vida y de la familia.

2.3 Tanto en la sexualidad, como en cualquier otro aspecto de la persona humana, su educación, orientación y contención es derecho / deber primero e ineludible de los padres de un niño. Este derecho indelegable e irremplazable, encuentra ayuda en el Estado que “(…) cumpliendo con su función subsidiaria, ofrece el servicio educativo a todos los ciudadanos.”2 La intervención de agentes educativos externos a la familia debe estar regida por los principios de subsidiariedad (“la intervención debe ser de ayuda y no de sustitución del rol”) y de subordinación (“debe estar sujeto al control por parte de los padres, quienes deben estar informados en involucrados en la gestión del proceso educativo”)3. Dentro de este marco, se encuentra el docente. En primer lugar, con la responsabilidad de cumplir éstos principios y de mantenerse en contacto y en formacón junto a las familias. Por otro lado, deberá poseer una personalidad madura, una preparación y equilibrio psíquico, que influyan positivamente en sus educandos.

“Es indispensable que tengan una exacta y completa visión del significado y del valor de la sexualidad y una serena integración de la misma en la propias personalidad”4. Esta visión no será sólo fruto de la preparación y el juicio teórico, sino también de los resultados de su madurez afectiva. Para educar al niño en la sexualidad deberán hacerlo con juicio recto, con sentido de la responsabilidad que llevar sobre sí, con pudor, competencia profesional, confianza y delicada sensibilidad.

Por último, al docente le compete la responsabilidad de ofrecer a sus alumnos la disponibilidad de tiempo y espacio, estar dispuesto frente a las confidencias de sus alumnos, cultivar una postura abierta para informarse, que sea optimista y esperanzadora frente al futuro; que disponga de fuente de nutrición y apoyo fuera del ámbito del trabajo, y manifestar el reconocimiento de la propia sexualidad “(…)como instrumento valiosísimo para la comunicación del afecto, la amistad y el amor”.5

2.4 La educación en la castidad, como parte integrante de la educación en la sexualidad, tiene una gran importancia, que radica en su fin, que es el de “(…)adquirir la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo personal”.6 Esta importancia se comprende sólo al tener claro el significado de la castidad, sin caer en supuesto y errores. La castidad es la “(…)afirmación gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda esclavitud egoísta; energía espiritual en grado de defender el amor de todos los peligros del egoísmo y de la agresividad, que alienta hacia la plena realización; tendencia a la realización plena del amor.”7

Entendiendo así a la castidad, como capacidad de lograr la integración de todos los componentes de la persona, se puede comprender la importancia de auto-dominarse y auto-poseerse, para ser capaz de dominar y de templar las reacciones impulsivas e inmediatas de la sexualidad, la genitalidad y la afectividad. Prepara para vivir “(…) en un contexto (…) del verdadero Amor (…) maduro que es capaz de reconocer el valor personal del otro, de querer el bien del otro en cuanto bien para el otro, de no subordinar la disposición de amar al deseo de gozar.”8

2.5 Puede afirmarse que la educación en la sexualidad se identifica con la educación moral, porque la educación de la persona es una educación moral o del sentimiento moral, que educa la libertad y la gestión responsable de la misma: “(…) educar significa ofrecer criterios objetivamente fundados y definitivamente claros para el actuar porque si el que actúa no está guiado por un criterio (…), su elección se convierte en (…) ciega y una elección ciega no es libre”.9

Partiendo de esta idea de educación y moral, y considerando a la sexualidad como parte integrante de la persona humana, podemos decir que la educación en la sexualidad no sólo se identifica con la educación moral, sino que se complemente y necesita de ella, ya que en estos tiempos de equívocos y banalización de la sexualidad, ésta es considerada una función en lugar de una dimensión de la persona. Así, se le quita a la sexualidad la esfera de la libertad personal , al punto de llegar a que para vivir la libertad sexual se debe negar la libertad de elección. Y la educación moral toma la libertad de elección como una libertad “para” proyecto de vida, subordinada al respeto y a la dignidad de la vida humana, que nos lleva también a la responsabilidad, puntos clave para integrar la sexualidad al resto de nuestro ser personal.

2.6 La perspectiva de género, fundada en la ideología marxista y el postulado de la llamada “revolución sexual”, tiene las siguientes notas esenciales. Por un lado, representa el intento de suprimir la diferencia biológica entre los dos sexos, masculino y femenino, para reducirla a una simple cuestión de cultura y de elección. Define al género como lo referente a “(…) las relaciones entre varón y mujer basadas en los roles definidos socialmente que se asignan a uno y a otro sexo”.10 Establece que ser varón o mujer no sería consecuencia de la estructura biológica del individuo, sino fruto de la influencia de la sociedad y la cultura, que habrían atribuido características al varón o a la mujer. La feminidad, la masculinidad, la heterosexualidad y la maternidad no serían estados naturales, sino “roles artificiales”, no definitivos, ni determinados. Apoya y justifica la libertad de todo individuo de escoger la propia naturaleza sexual y la propia orientación sexual: heterosexual hombre, heterosexual mujer, bisexual, homosexual varón, homosexual mujer.

En esta perspectiva el “género” es una construcción completamente distinta del sexo biológico, la naturaleza sería neutra. Está fundada en la afirmación de que la historia es una lucha de opresores y oprimidos, y considera necesario eliminar las diferencias varón (opresor) – mujer (oprimida).Dentro de esta opresión se encuentran los formatos laborales, los roles domésticos, el ideal estético y sobre todo, la maternidad y la feminidad.

En esta línea, la sexualidad también es mal entendida, sólo como genitalidad, en una dinámica de tensión –distensión, en la que todo lo que se opone a la naturaleza y sus impulsos sería una mortificación de las energías vitales del hombre (la famosa “represión sexual”).

Contempla la identidad como un “devenir” de reconstruir y construir, y el género lleva a la idea de un individuo abstracto, orientado sólo a la actualización de las propias potencialidades del ser humano.

En síntesis, la perspectiva de género “(…) considera al género como fruto de prácticas sociales y culturales que, influyendo en las estructuras psíquicas, determinan las diferencias sexuales”.

2.7 Desde la perspectiva de género, podría decirse que el término “construcción” se opone al de “naturaleza”, en el sentido de que niega la existencia de una esencia ontológica, del ser de la persona, como dato biológico. La naturaleza humana recibida, lo “dado” con lo que todos nacemos, es sobre lo cual la feminidad y la masculinidad pueden fundarse, sostenerse, “desarrollarse”. La “construcción” de la que habla la perspectiva de género, niega toda base biológica y psicológica, existente desde la fecundación. Esta construcción comienza desde cero, deconstruyendo y volviendo a construir el género, cuantas veces se desee, según las llamadas “convencionalidades sociales”. La naturaleza no tiene influencia en el ser varón o mujer, esto sólo es el resultado de un proceso social, y que haya coincidencia entre el sexo biológico, el género como identidad y la orientación sexual, sería sólo fruto del azar o de los condicionamientos propios de la cultura.

2.8 La perspectiva de género niega la complementariedad y la reciprocidad de los sexos, en primer lugar, porque ese complemento y vínculo recíproco estaría predeterminado y definido desde la naturaleza y la identidad sexual femenina o masculina, hecho que niega la perspectiva de género. Este complemento dependerá sólo de la “construcción” que cada individuo desee libremente realizar de su ser sexuado y de las relaciones que quiera establecer con el resto de las personas. Al negar la naturaleza y el desarrollo de la feminidad y la masculinidad, y basarse en la neutralidad de la naturaleza y el género, todos los seres humanos son considerados iguales y por lo tanto, no hay otro ser que pueda complementar de algún modo mi ser personal, ni yo debo responder recíprocamente a ningún complemento.

2.9 Desde la perspectiva de género se ha considerado, desde sus inicios, que la familia y el matrimonio esclavizan a la mujer. En primer lugar, porque ha considerado la relación varón – mujer como opresiva, especialmente por la destinación doméstica de la mujer, su obligación de ser mantenida por su padre o esposo, y ser relegada muchas veces a ser un mero objeto de placer para el hombre. Consideran al matrimonio esclavizante por la noción de libertad y revolución sexual y que los impulsos sexuales no deben ser reprimidos, bajo ningún tipo de lazo afectivo o compromiso.

Además, formar una familia y un verdadero matrimonio, hace pensar en un determinismo sociocultural, en el que la mujer debe aceptar y llevar a cabo su rol de madre y esposa, por no tener otras alternativas. Esta perspectiva imagina a la familia como una prisión, como un enemigo a combatir, ya que la familia no iguala, “(…) ya que las responsabilidades de la mujer en la familia están en conflicto con su auto – realización.”

Se busca también teñir de negatividad toda la referencia a la maternidad, como reductiva de la plena dignidad de la palabra mujer: “Una maternidad, entendida sólo en su dimensión biológica, considerada más como reproducción que como procreación y despojada de la riqueza de sus componentes afectivos, espirituales y sociales.”11

3)

3.1 “El cuerpo es personal y la persona es corporal”

Esta idea se refiere a la unidad y totalidad de la persona humana. La persona es un ser psíquico, espiritual, abierto a la trascendencia, y es también un ser corpóreo, biológico. A través de este cuerpo, que le es propio, la persona se comunica y se manifiesta con los otros y con el mundo. Es imposible pensar a la persona sin su dimensión corporal. Por otro lado, el cuerpo es personal, lo que quiere decir, que el cuerpo también manifiesta la dignidad del ser humano, contiene su espíritu, como afirma María Luisa Di Pietro :

“La persona es considerada como una totalidad unificada de cuerpo y espíritu, unidos entre sí sustancialmente, de donde resulta la imposibilidad de pensar en un cuerpo humano sin pensarlo también como un cuerpo personal”.12

Por estas afirmaciones es fundamental abordar la educación de la sexualidad desde la genitalidad y lo biológico, pero fundado en la moral, la dignidad, y el amor.

3.2 “La sexualidad, como expresión de la persona, está íntimamente orientada al amor y al don”.

La persona es un ser sexuado, y su sexualidad tiene una función personalizante y una socializante a la vez, porque impulsa a salir de uno mismo para entrar en comunicación y en comunión – unión con los otros. La sexualidad expresa y permite realizar el encuentro necesario con el otro; esta necesidad es el signo de que la persona está llamada a amar y a ser amada, donándose y recibiendo.

“Desde el momento en el que la sexualidad humana tiene un significado interpersonal, se sigue que el fin al que está intrínsecamente orientada (…) es el amor, en el sentido de dar y recibir.”13

3.3 “El hombre no proyecta su propia naturaleza: trata de realizarla”

Esta afirmación se basa en la libertad del hombre y en la razón por la cual el hombre la posee. A través de su libertad, él puede adherir a la propia naturaleza humana. Esta libertad de elección no justifica, sin embargo, la fijación personal de los contenidos de la moral, de crear y construir su propia naturaleza, de entender que a raíz de esta libertad se puede negar todo lo “dado” y lo que somos desde el comienzo de nuestra vida. Por eso, en lugar de proyectar, idear, elegir su propia naturaleza, el hombre trata de realizar la naturaleza que lleva en sí mismo, por ser persona.

3.4 “No se puede pensar a la persona si pensar al mismo tiempo en su dimensión sexual”

Esta afirmación se refiere a la totalidad de la persona, y cómo en cada situación de su existencia se manifiesta desde todas sus dimensiones, incluyendo la sexual.

El ser humano es un ser sexuado, con un modo propio de ser, de manifestarse y comunicarse con los otros. Toda nuestra personalidad “irradia” nuestra sexualidad, que permite “(…) en su dimensión afectiva, abrazar el gozo del encuentro interpersonal; adquiere, en el conocimiento mutuo y el compromiso, una mayor entrega y donación. En su dimensión generativa se hace fecunda de nuevos seres humanos y en su dimensión religiosa pone de manifiesto la providencia de Dios quien hace que todo esto sea posible.”14

De esta afirmación se desprende que la dimensión sexual no puede ser considerada alternativa u opuesta a la persona humana, sino como parte integrante y , aún, totalizante.

3.5 “La masculinidad y la feminidad son, de hecho, un modo de ser antes que de actuar”

El ser humano debe elaborar no sólo la identidad personal, sino una identidad personal sexuada, en la que se encuentra como “persona-varón” o “persona-mujer”. De esta manera, todo su existir, su relación con los otros, pasa y pasará a través del reconocimiento de él o de ella como varón o mujer. A la pregunta interna acerca de la propia identidad, el hombre podrá responder, a raíz de su identidad sexual, con la convicción de no ser sólo persona, “(…) sino una persona que tiene un “específico” masculino o femenino”. 15

Este específico es independiente de los roles que se confían culturalmente tanto a lo masculino como a lo femenino. Más allá de estos roles (que varían y dependen del tiempo histórico, lugar y las costumbres socioculturales), el ser persona femenina o masculina, no deja de serle propia al hombre.

3.6 “La educación de los (…) jóvenes en la castidad (…) es también una forma de preparación remota a la vida conyugal y procreativa.”

A través de educar a los jóvenes en la castidad, se adquiere la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo personal. Este comprender e integrar el auto-dominio y el auto-poseerse, refuerza y prepara a la persona para todas las relaciones interpersonales, pero en especial, para un futuro en la vida conyugal y procreativa. Frente a la vida conyugal, la castidad prepara para tener una actitud transparente en relación a la persona del otro sexo, para donarse desde el amor y afirmarse frente al otro, libre de todo egoísmo y esclavitud, a comprender los fines de la sexualidad.

Frente a la procreación, todos estos valores refuerzan la responsabilidad procreativa, basada en el auto-dominio y la donación de sí, desde el amor recíproco con el otro.

3.7

a- “Mujer no se nace, se hace”

Esta expresión, desde la perspectiva de género, fue expresada por Simona de Beauvoir. Según ella, la formación de la idea de mujer sería solamente fruto de un proceso cultural. Apunta a que el destino de las mujeres no sería el resultado de su propia estructura biológica, sino de la influencia de una serie de factores sociales y culturales. El ser femenina no se apoya en datos biológicos ni en los misterios de la “esencia femenina”, sino en una situación de una sociedad dada.

Esta expresión, contradice la propia naturaleza humana, que desarrolla su sexualidad a través de la identidad sexual, que está fundada no sólo en el aspecto biológico (que de hecho, existe tanto a nivel cromosómico, gonadal, hormonal y genital), sino también desde el sexo psicológico, dos aspectos que forman parte del individuo desde su existencia. Por eso, confrontando con la perspectiva de género, mujer sí se nace, y la feminidad, además, se desarrolla.

b- “Alimentando la diferencia (entre los sexos) se hace imposible pensar en la igualdad”

Esta postura de la perspectiva de género (fundamentada por Judith Butler) se refiere a que diferenciando los sexos en sólo dos grupos, con intereses y características comunes, se está privando al sujeto de la posibilidad de escoger la propia identidad individual. Considerando al género como una construcción social, este diferenciarse y distinguirse, aleja aún más a la persona de la igualdad, aún habiendo sido esta buscada desde el inicio de esta teoría – perspectiva.

Pero esta concepción se contrapone con la complementariedad y reciprocidad de los sexos. El hombre y la mujer “(…) son complementarios: iguales y distintos al mismo tiempo; no idénticos, pero sí iguales en dignidad personal; son semejantes para entenderse, diferentes para complementarse recíprocamente”.

Buscar la igualdad en la dignidad por ser persona, es necesario y vital. Así como las diferencias entre los sexos son necesarias para que este complemento y reciprocidad entre el varón y la mujer permita “(…) el pleno desarrollo de la personalidad masculina o femenina (…) que ambos continúen adoptando conductas complementarias que garanticen la plenitud de uno mismo y del otro”.16

4) “Ser varón – ser mujer”

Durante el transcurso de las clases y mientras realizaba la lectura del material bibliográfico noté muchos temas que me resultaban importantes frente a la educación en la sexualidad. Pero finalmente, entendí que el tema de la identidad sexual, el ser varón o mujer, traían aparejados el resto de las nociones importantes acerca de la sexualidad.

En primer lugar, apoyada en la concepción antropológica del ser persona como un ser bio psico físico y espiritual, abierto a la trascendencia. Esta concepción da un lugar de importancia e integración a la dimensión corporal, a la sexualidad expresada a través de toda nuestra personalidad. Y este cuerpo, que nos permite manifestarnos, relacionarnos con los otros y con el mundo, es tanto biológica como psíquicamente, masculino o femenino.

Dentro del aspecto biológico, cada una de las células de nuestro cuerpo llevan sobre sí la marca genética de los cromosomas XX (mujer) y XY (hombre). Desde el momento de nuestra concepción, el desarrollo de la vida y la gestación son diferentes entre un sexo y el otro. Con estas pequeñas diferencias (neurológicas, hormonales, gonadales) comienza el llamado sexo psicológico, una disposición en nuestra psiquis a hacernos entender que somos hombre o mujer.

Luego de la gestación, cualquier niño y adulto puede notar las diferencias corporales entre un hombre y una mujer, haciendo referencia principalmente a su genitalidad y a la distribución de su sistema reproductivo. Aún más en la pubertad, con los cambios corporales y hormonales que se presentan no sólo diferentes en forma sino también en tiempo, el ser hombre y el ser mujer (desde lo corporal) se diferencia y distingue.

Pero desde la concepción antropológica desde la que parten las bibliografías, y a la que adhiero, el hombre es una unión sustancial de cuerpo y espíritu. Por eso, más allá de la notoriedad de las diferencias biológicas y corporales, existe sobre el “parecer” varón o mujer, un “ser” varón y un “ser” mujer.

El desarrollo de esta masculinidad y esta femineidad (apoyada sobre la base biológica) se realiza desde la niñez, teniendo su punto más vulnerable en la adolescencia, en la búsqueda de la identidad sexual. El ser femenino o masculino será un modo de vivir, de transitar en el mundo y las relaciones interpersonales, de poseer una interioridad, de conectarse con Dios. No puede reducirse al hacer, al actuar, simplemente a ser una forma de trabajo, de vestimenta, de comportamiento esperado socialmente.

Luego de haber trabajo la bibliografía, y al pensar no sólo en los alumnos, sino también en mi propia experiencia de desarrollo de mi identidad (como dice el texto de Pedro Esteves, que es necesario para plantarse frente a la educación de la sexualidad de otro), entiendo la importancia de conocerse y entenderse como varón y como mujer. Este conocimiento lleva a la valoración de la propia persona, de lo que soy, de cómo soy desde el primer instante de mi vida. Esta autoestima primordial, lleva como consecuencia lógica a la estima por el otro. Si yo me valoro en lo que soy como mujer, con mis fragilidades, mis incertidumbres, mis fortalezas y mis intereses, podré valorar las de las otras mujeres. Aún más, reconoceré como importante la figura del hombre (como padre, como amigo, hermano, pareja) para conocer aquello que se presenta como diferente pero que es igual de digno en su esencia de persona.

Estimarse y conocerse a uno mismo y al otro, permite dejar de lado las tendencias e impulsos egoístas que pueden llevar a conductas sexuales dañinas para el cuerpo y para el espíritu. El auto-dominarse, el sentirse como un don para el otro, parten de esta noción de cómo así como yo “soy” varón o mujer, del otro lado está el otro que también “es”, y por lo tanto no puedo tomarlo a la ligera, como un objeto personal de placer, y mucho menos, como un enemigo o contrincante.

La perspectiva de género niega la naturaleza humana femenina y masculina. Este género sólo se construye socialmente, con pautas impuestas por los hombres para dominar a la mujer. Negar esta naturaleza me parece a mi imposible, más allá de los datos biológicos. Es cierto que existen ciertas actitudes femeninas que le son propias en mayor o en menor medida a la mujer, como la ternura, el cuidado del otro, el estar atento a los detalles, la mirada larga para que nada pase desapercibido, la emotividad. Lo que sí cambia, es de qué manera estas actitudes propias (así como en el hombre lo son la fortaleza, lo normatividad, la protección, el hacer crecer al otro) se hacen carne, se manifiestan, se trabajan y se ponen al servicio del otro. El problema que se presenta con estas manifestaciones es que todo lo que parece determinado, nos molesta. Que nos digan que el hombre debe ser albañil y la mujer cocinera nos suena a minimización, a sentirnos culpables por querer vivir de otro modo. Es por esto que frente a esas sensaciones, las teorías feministas nacen para justificar algo que no deberían explicar: su ser mujer. Pero la atención se ha centrado solamente en el campo laboral y familiar, teniendo a la mujer como una esclava que solo lava y cocina o puede acceder a profesiones “poco importantes”. Que la mujer se case y se dedique a su hogar y a sus hijos, actualmente se confronta con la posibilidad de auto-realizarse. Eso es, por lo menos, lo que nos quieren hacer creer.

Al conocerse uno mismo, en su sexualidad, su ser varón o su ser mujer, descubre las maravillosas y diversas formas que Dios nos ha regalado para desarrollar esa parte de nuestra personalidad, poniendo en juego nuestros valores y nuestras emociones. Creer en esto, no es negar que la sociedad y la cultura tienen un decir en lo que “se espera” de un hombre y de una mujer. En algunas tribus africanas, la mujer lleva adelante la tribu, los hombres educan a los niños y los alimentan. Los antiguos Mayas sacrificaban sólo a las mujeres, por ser consideradas mejores, benditas, ante los hombres; mientras que la muerte honrada de un hombre era en la guerra. En la época de la revolución francesa, los hombres eran los que usaban pelucas y zapatos de tacos para estar sobre los demás. Luego de un tiempo, los tacones fueron adoptados por las mujeres, como signo de sumisión. Hace 50 años las mujeres no podían ir a la Universidad y hoy en día, las profesionales y académicas se cuentan a miles. Existe el fútbol femenino y hay hombres maestros de jardín de infantes.

Es imposible negar el papel de la cultura en el cambio de los “roles sociales” del hombre y de la mujer. Pero educar a los niños en el ser varón y en el ser mujer, implica mucho más que mostrarles la infinita cantidad de posibilidades que tienen para proyectar su vida y realizarse. Implica hacer consciente y valorar, esa esencia propia que existe en mí, que me hace semejante a otras personas de mi mismo sexo, no como grupo determinado y cerrado, sino como persona sexuada. Y esa esencia en mi , me permite descubrir al otro diferente como necesario, como complemento, ni superior ni inferior. Descubrir esta relación, es la fuente del amor y la donación recíproca, que son los que permitirán el cuidado y valoración de mi cuerpo (y sobretodo del de el otro, al saberlo diferente y valioso); el valor de la espera y el respeto, del auto-dominio y de la responsabilidad sobre mi y sobre los demás; y sobre todo el valor de la vida, de la propia, de la del otro, y de la que es potencialidad en mí al unirme con otro que me complementa.

Esta aceptación de mi mismo como mujer o como hombre, nos acerca de hecho, más a Dios, que nos pensó y nos soñó de determinada manera para darnos al mundo. Como en el Génesis, Dios les da tanto a Eva como a Adán la misma vida, el mismo Edén, la misma misión y posibilidades: su misma dignidad.

Es por esto que creo importante como docente tratar este tema con los alumnos, sobre todo en edades de conflictos (“no me quiero juntar con los nenes”, “las nenas son muy chiquilinas”, etc.) y de despertares de intereses románticos o emocionales frente al otro, para poder controlar los impulsos, las ansiedades, y sobre todo afirmarse a sí mismos como lo que son y, aún más, sobre todo lo que van a ser, y cómo lo harán, siendo varón y siendo mujer.


SEGUNDA PARTE

ACTIVIDADES CON LOS ALUMNOS

5) Elegí trabajar este tema, con los alumnos de un 6º grado. Las actividades podrían secuenciarse de la siguiente manera.


Actividad :”Soy al revés del otro”

-Lectura de la tira cómica de Mafalda:

-Se realizará una pequeña charla acerca de lo que sucede en la tira. ¿Los varones son al revés de las mujeres? ¿En qué sentido?

-En distintos grupos, del mismo sexo, escribirán en afiches qué cosas son las que más les gustan hacer. Luego se compartirán los afiches y se buscarán similitudes entre las cosas que agradan a los varones y a las nenas. Se conversará acerca de qué cosas un grupo nunca haría como el otro, y cuáles sí les gustaría intentar, etc.


Actividad: Estima de la propia identidad sexual.

-Aún en grupos del mismo sexo, deberán representar una tarde de amigos o un recreo de un grupo del sexo opuesto, disfrazándose y actuando como creen que actuarían ellos.

-Luego de esto, se conversará acerca de qué cosas de las actuadas son verdad y cuáles no, buscando apaciguar los conflictos que surgen al prejuzgar al otro por ser del otro sexo.

-Luego cada alumno se preguntará qué es lo que más le gusta de ser varón o de ser mujer.

Actividad: Los roles en la sociedad

-Cada alumno realizará un collage, con diarios y revistas, sobre aquello que quiere ser de grande, sus intereses, sus sueños, etc. Luego se compartirán con los demás, y se conversará acerca de las similitudes entre los “proyectos” de varones y mujeres. Se abrirá el debate acerca de si hay roles determinados para cada uno, profesiones propias de cada uno, etc. Siempre guiados por el docente.

-El docente les presentará a los alumnos distintos ejemplos de cambios en los roles a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo. Se conversará acerca de que si se cambian los roles, se deja de ser mujer o varón, y porqué.

Actividad: Mi ser varón o ser mujer me hace ser con otros

  • El docente presentará a los alumnos las características de los diferentes personajes de Mafalda, entre los que se encuentran varones y mujeres, de distinta personalidad y con distintos intereses. Cada uno se identificará con alguno, y buscará identificar a alguno de sus compañeros también.

  • El docente hará hincapié en que pese a las diferencias de sexo y de personalidad, esos niños conforman un grupo que funciona con los mismos valores, las mismas aventuras, el interés por el otro.

  • Los alumnos realizarán una lista, todos juntos, de las cosas que les gustan hacer y compartir, varones y mujeres juntos en la escuela, en los recreos, etc.

Actividad: “Si vos sos feliz, yo soy feliz”

  • Se planteará un buzón en el grado, en el que los varones podrán poner sus dudas e inquietudes acerca de sus compañeras mujeres, y viceversa. El docente irá explicando aquellas dudas que se refieran al cuidado del otro y al respeto de sus diferencias.

  • Luego de conversar esto, tanto el grupo de varones como el grupo de mujeres, teniendo en cuenta lo vivido clases anteriores y la dinámica del grupo, realizarán un compromiso, pautas de convivencia, que se refieran a cómo cuidar al “otro” grupo, cómo respetarlo, cómo convivir y disfrutar de su presencia.


Actividad: Somos diferentes, pero con la misma dignidad, frente al mundo.

-En grupos mixtos, investigarán acerca de la vida y obra de personajes relevantes de la historia (Madame Curie, Martin Luther King, Madre Teresa de Calcuta, Norma Rae, Nelson Mandela, San Martín, etc.). Realizarán una presentación para la clase, en la que deberán incluir, además de la biografía y la historia, qué es lo que hicieron por el mundo y por los demás, y cuánto creen que influyó su ser varón o ser mujer en su vocación y su entrega.


Actividad final: Nuestra diferencia nos afirma y nos compromete con el otro y con el mundo.

  • Se realizará la lectura del siguiente cuento:

ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.

Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar.
¿La causa? Hacía demasiado ruido!.
Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija.
Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.

Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:

- "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades.


Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.



  • Conversarán acerca de la relación de este cuento con el grado y con las cosas que fueron trabajando y descubriendo.

  • Se hará hincapié en la importancia de quererse y asumirse uno mismo como lo que es desde siempre y por regalo de Dios. Y que esta identidad tiene una vocación de darse, para el otro que es diferente y para el mundo.

  • Cada alumno compartirá algo valioso que haya descubierto sobre su ser varón o su ser mujer, y algo valioso que haya comprendido en el ser varón o ser mujer del otro.


BIBLIOGRAFÍA


  • Dra. BROTTINI de REY, Zelmira; “Identidad sexual. Visión normativa de la masculinidad y feminidad”; s/l; s/f


  • Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina; “La educación de la sexualidad en las escuelas”; 2006


  • DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005


  • ESTEVES, Pedro Eliseo; “¿Pueden los docentes ser educadores de sexualidad?”; Ed. Criterio; Bs. As.; 1997


1:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005

2:

Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina; “La educación de la sexualidad en las escuelas”; 2006

3:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005

4:

Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina; “La educación de la sexualidad en las escuelas”; 2006

5:

ESTEVES, Pedro Eliseo; “¿Pueden los docentes ser educadores de sexualidad?”; Ed. Criterio; Bs. As.; 1997

6:

DI PIETRO op. Cit.

7:

Ibidem.

8:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005


9:

Ibidem.

10:

Ibidem.

11:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005

12:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005

13:

Ibidem.

14:

Comisión Episcopal de Educación Católica de la Conferencia Episcopal Argentina; “La educación de la sexualidad en las escuelas”; 2006


15:

DI PIETRO, Ma. Laura; “Sexualidad y procreación humana”; Ed. EDUCA; Bs. As.; 2005


16:

Dra. BROTTINI de REY, Zelmira; “Identidad sexual. Visión normativa de la masculinidad y feminidad”; s/l; s/f

por María Auxiliadora